El bodegón siempre me ha servido como herramienta para aprender primero a dibujar y pintar y, desde hace unos años, para conocer muchos de los fundamentos de la fotografía.

En un bodegón, el fotógrafo decide qué elementos va a fotografiar, su armonía y composición; decide la luz y el volumen que le quiere dar a la escena; trabaja con fondos y texturas… En definitiva, el fotógrafo crea y decide la imagen que va a trabajar.

Siempre he buscado que mis imágenes tengan una potencia visual importante (intento de que llamen la atención del que las mira), que atrapen, ya sea por el tema, por el color, por su edición… y en el caso de mis bodegones, además incorporo una variante surrealista o un juego visual que hace mucho más fácil captar la atención del espectador.

Espero que disfrutéis observándolos por lo menos lo mismo que yo he disfrutado creándolos.