Una grieta en el espejo
Comenzó este proyecto en 2014. Fotografía a las mismas chicas cada año y continúa haciéndolo hasta que cumplan 21 años, que es el comienzo de la edad adulta.
Las imágenes provienen de la relación con su entorno más cercano, momentos de su vida diaria con mi hija, sus amigos, sus juegos y el mundo imaginario a través del cual viajan, que es invisible para la mirada adulta. A medida que pasa el tiempo, vemos los cambios: la individualidad y la subjetividad incipiente que se acentuará con los años, así como la metamorfosis por la cual las niñas tienen que pasar de la pubertad a la edad adulta.
Cristina Fontsaré