En todas partes hay alguien que vende algo. Cada día se monta y se desmonta una parada, se expone la mercancía para que alguien la compre. La gente espera, se encuentra, mira, valora, habla, pasa el rato, mercadea, ... se relaciona.

Dentro del mercado, las personas construyen su cultura y forjan la tradición de la comunidad con cada mirada. Siempre hay un silencio lleno de tensión, anclado en las horas que pasan, rodeado de ruidos casi climáticos, paisajísticos. La persona que vende y su entorno se erigen como una realidad precisa, profundamente humana.

Miradas, puestos, calmas, esperanzas todas diferentes; todas iguales a la nuestra.