La sexualidad de los ancianos es un tema tabú, y la heterosexualidad se da por más que supuesta. Estos estereotipos persisten incluso en España, cuya legislación reconoce los derechos de los homosexuales y es una de las más avanzadas de Europa. Llegando a la vejez, las personas LGTB desaparecen del imaginario colectivo y se vuelven invisibles.
Muchos de ellos viven solos, incluso si tienen pareja. Si bien en su juventud no pudieron formar familia o tuvieron conflictos con ella; acercándose a la vejez, algunos temen la “vuelta al armario”, sobre todo si su destino es una residencia para ancianos.
En “Flores de otoño” me propongo darles la voz para que compartan sus historias. Frente a los estereotipos, invito a reflexionar sobre realidades cercanas y tan a menudo ignoradas.