Las artes siempre han sido una afición para mí. De pequeña soñaba con bailar, pintar y actuar, pero nunca imaginé que algún día reflejaría esos sueños en mi obra como fotógrafa.
Empecé la serie Pas de deux cuando Avril, mi hija mayor, entró en la Escuela Nacional de Ballet de la Habana. Me motivaba retratar a los bailarines más allá de sus actuaciones, más allá de su perfección y estética, de los escenarios y de las luces. Buscaba una expresión más sincera y una personalidad más pura. Contar una historia desde un punto de vista diferente, pero a la vez fiel a su esencia. Captar con la lente de la cámara esa energía que emana de la interacción entre los cuerpos. Pas de deux es una danza que nace del juego entre la bailarina y yo como fotógrafa.