Cada día las fronteras peatonales del Biutz, en Ceuta, y las del Barrio Chino, en Melilla, presentan a miles de marroquíes haciendo colas interminables para entrar en las ciudades y participar en un contrabando institucionalizado a plena luz del día y con el consentimiento tácito de los gobiernos de Marruecos y España.
La razón de la existencia de este comercio ilegal reside en la diferencia de precios de los productos importados en los puertos francos de Ceuta y Melilla. Este lucrativo comercio no produce ningún tipo de desarrollo, más bien lo contrario, el empleo que genera es precario y casi esclavista; es inestable y peligroso, a la vez que crea una economía sumergida y, lo que es peor, promueve e institucionaliza la corrupción generalizada.
*Este trabajo ha sido possible gracias a la colaboración de UPIFC Sindicat de la Imatge