Mi Kintsugi es un viaje creativo y terapéutico que va más allá del formato formal de la fotografía.
Es un proyecto que representa un proceso, la creación de una vía de escape para sobrellevar y transmutar, y un intento de sanar aprendiendo a apreciarme tal y como soy: Rota y Nueva, Única, Irremplazable, y en permanente cambio.
Mi Kintsugi es admirar la belleza de las cicatrices en vez de esconderlas, porque son hermosas, porque al recomponerlas nos hacen más fuertes; cuentan nuestra historia representando un momento único en nuestra vida y haciéndonos más especiales.
Son autorretratos creados digitalmente, a través de múltiples exposiciones y otros recursos digitales, y después intervenidos con pintura e hilo dorado. Surgen por una doble inspiración: mi propia cicatriz (fui operada del corazón cuando tenía dos años), y la técnica japonesa Kintsugi.