Siendo una temática ampliamente abordada, especialmente en su Sevilla natal, el autor propone una visión más íntima, lejana de las estampas clásicas relacionadas con la iconografía sagrada, para mostrar su interés por el detalle, el ambiente, la relación del pueblo con sus tradiciones, o el oportunismo del instante captado. 

Esta propuesta se traduce en ese doble lenguaje tan definitorio de la Semana Santa sevillana que, sin abandonar el sentido espiritual, refleja aspectos antropológicos y populares. Por un lado, queda de manifiesto la intemporalidad del rito; mientras que, por el otro, se contempla la ciudad como escenario necesario.