El aire tiene un espesor, como un muro; y estos muros son a la vez una pantalla y una prisión. Una prisión, porque encierran al personaje en un universo de formas hostiles del que depende por completo como una forma más entre las otras. Una pantalla, porque en el fondo, más allá de la inicial presencia material (alterada, rayada) se funden formas inventadas que sitúan al personaje en un lugar de ficción.

Entre estos signos aparecen palabras, como un intento humano de habitar estos no-lugares. Y quizá sean, estás palabras, los únicos elementos que sobrevivan a la erosión geológica y química de la materia.

Christian Maccotta, director del festival Les Boutographies de Montpellier.