La muerte del dictador a finales de 1975 despertó a una sociedad que creía que podía empujar e ir más allá para alcanzar derechos y libertades.
En febrero de 1976, en las primeras movilizaciones masivas, Robert Ramos participa y lleva una cámara de su padre. Momentos intensos, instantes fugaces, emociones desbordadas. Intuye que lo que vive formará parte de la historia colectiva. Actor y espectador, la afición se vuelve vocación y, más allá, profesión.
Desde la tierra y más allá, astros que embelesan la mirada, imágenes que acaban emergiendo del ojo de la cámara. Noches estrelladas y cálidas lunas forman parte de los retos atávicos y de evasión de estos últimos años, más allá de la profesión.
Mirando más allá, las luchas no terminan. El espacio es infinito.